3.

Yo creo que este tipo no sé, que yo tal vez antes era este tipo y luego involucioné y me convertí en yo, como la gente que reencarna en caracoles y eso.
Sigo leyendo y sí, estas palabras serían mías si... no sé, tal vez me caí de cabeza de niña y por eso tengo como un hueco en el cráneo y algunas cosas se me fueron, ponele.
Pero este loco, yo no sé, me da miedo que sea tan yo; yo que estoy aquí arriba de las nubes, esta vez literalmente, ojo, y ni me estoy percatando, seguro él ni se percataría tampoco, o también.
De pronto el monótono azul se aburre y ahí la maqueta.
La maqueta en todo su esplendor entendés? El mapita ahí tres dé con océanos vivientes.
Tengo cosas y miedo, mucho de ambos, y estas cosas, cosos, me ponen como mal, como que tengo ganas de romper otras cosas y putear a dios o algo.
Como cuando me decían que no se puede pensar en nada y yo decía sí pero no podía, pero decía sí, y cuando lloré toda la noche pensando en el universo o sea desde que me volví loca por siempre jamás, y tal vez ahí empecé a perder neuronas y me volví yo nueva y no el que era antes que pensaba igual a mí pero tal vez la maqueta no le producía semejante sensación de pánico y sonrisa.

Carajo, la maqueta se acerca más y más y ya distingo verdes de azules.
Paráaaa mundazo, me querés matar???

2.

Entonces me acuerdo que dicen que la fase uno dicen que es la ira, dicen, y sí, tienen razón los guachos lavacerebros, por esta vez al menos.
Ahí es cuando me temo lo peor y me imagino platos rotos por doquier y la guitarra llena de mordiscos de nuevo, con gusto a barniz y todo.
A la mañana postpesadillesca me olvido hasta que me acuerdo y ataco de antemano e inmediatamente me voy pa no volver por un largo rato, y casualmente me hallo en el día más soleado del quinquenio con tres de los mejores seres que parió el mundo cruel este, que ni saben nada del mambo mental de turno, y aún así aparecen de la nada abrazando mascotas, le dan duro al legend y sacan birras non-stop de la galera.
Y creo que me chupa un huevo la ira la depresión la negación las pelotas.
La última dicen que es la aceptación, dicen.
¿Y los que no aceptamos ni un no por respuesta?
Nos embriagamos zarpao y reímos banda.

1.

Cruzo la de siempre pero pal otro lado, hasta la plaza que no tiene nombre creo, pero ahora sí rejas, y bueno.
El frío es maldito y cualquiera, si es otoño nuevito recién!
- Queréferné? Bueno, dale le contesto sorprendiéndolos y me quedo en la parada con los tres pibes conocidos recién gracias a la frase; sí ya fue, pienso y a cambio les doy fuego, y les daría, no sé, no, no.
Viene el siete seis y está bien que a veces vengan rápido los cosos para variar; el fernet ya está escaseando, así que saludo y subo y flasheo porque está completamente vacío el colectivo, aunque pensándolo bien, quién va a Coghlan a las dos a eme además de mí?, y mejor. Paso por el barrio de cuando iba al colegio y por la estación, y ya no me sabe a , me debo estar haciendo madura o basura, y veo que la plaza esa también está enrejada, qué loco, pienso, y en eso sube una puta de las viejas, saca uno de noventa y se me queda mirando a través del espejo.
Bajo en Washington y me pregunto si allá en el norteamerican cantri existirá la calle Buenos Aires y al segundo me contesto que no, que obvio que no, y después me sonrío por dentro por habérmelo preguntado: al final no me hice madura un carajo, genial.
Cruzo la avenida esa, la de la muerte inminente, sin un rasguño y toco el timbre y pienso que tal vez sea la última vez que toco el timbre ese porque se mudan, después de tanto y tanto tiempo, y me da escozor.

Por la ventana aparece un ojo y me abren.
Ah, faltabas vos, dice y me encanta que se note mi ausencia de vez en cuando, sí. Hay dos reuniones diferentes y yo me voy a la cocina, obvio, si está llena de botellas en medio de algunos amigos más.
Alguien dice que hay flores arriba y bueno, ya fue, y entonces pienso que a esa terraza de las guerras de agua y las patrullas motorizadas del FBI seguro tampoco la voy a volver a pisar y me pongo la capucha azul porque cada vez tengo más frío.
Entre los seis que somos y el humo hablamos de los pies, a mí me da escalofríos pero de los malos que me rocen con un pie, digo, y de pronto soy el centro de la cháchara de los pies y debe ser porque nunca me acuerdo de cortarme las uñas.

Mientras siguen con los talones y dedos gordos, sucede: empiezo a ver todo desde afuera como si fuese otra más de ellos y no yo y cuando pasa eso me asusto cantidad pero lo pienso bien y no, no giro las miradas hacia mí, ya bastante con lo de los pies y eso; mejor me lleno la bocaza de sandía y me callo un rato.